No hay nada de malo en que nos deleitemos con la pintura de un
paisaje porque nos recuerda nuestra
casa o en un
retrato porque nos recuerda un
amigo, ya que como hombres que somos, cuando miramos una obra de arte estamos sometidos al
recuerdo de una multitud de cosas que para bien o para mal influyen sobre nuestros gustos.
Gombrich
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